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La Escuelita de María: la Empleada Doméstica que Enseña y Alimenta a 40 chicos de su barrio


María es empleada doméstica y todos los domingos alimenta a chicos del barrio con plata de su bolsillo (Fotos: Guille Llamos)


María en compañía de su esposo, hija y una vecina, cada domingo esperan a más de 40 niños que se dan cita en su casa para recibir clases, tener momentos de juegos, pero también de disfrutar la oportunidad de desayunar y almorzar algunos alimentos que preparan con mucho cariño, convirtiendo de este modo el comedor de su casa en una gran escuela y restaurante.


María de los Ángeles Silva, es una empleada doméstica de 39 años, habitante del barrio federal Monte Grande, ella trabaja por horas en diferentes casas de familias ubicadas en el capital federal y la Avellaneda. Mientras que su esposo Adrián de 30 años se encuentra desempleado desde hace un mes aproximadamente.

Comenta María que esta iniciativa comenzó en el mes de marzo 2017 y que, aunque no cuenta con dinero extra para cubrir los gastos, desde entonces cada domingo mi casa se convierte en una escuelita para que cada niño de su barrio cuente con apoyo escolar, un momento de sano esparcimiento, diversión y principalmente compartir un plato de comida con el que más lo necesite.

Ya casi son las 10 de la mañana y hay un poco más de 20 chicos sentados en las dos mesas dispuestas en el pequeño comedor de la casa, están observando atentos y en relativo silencio una película, pero a medida que transcurre la mañana más niños se suman a las diferentes actividades. María sonriente - explica a Infoabe- "tratamos en lo posible de que todos queden satisfechos, porque no todos comen y toman los mismo, pero hacemos lo necesario para que se sientan como en su casa"


Algunos domingos van a la casa de María hasta 40 chicos del barrio

Cuenta María que nunca imaginó convertir su casa en un comedor. Pero todo comenzó cuando su vecina Perla de 25 años, le propuso darle clases a sus hijos mellizos de 5 años que estaban a punto de iniciar la escuela primaria. Es así, como el primer domingo iniciaron las actividades con tres niños, donde estudiaron, hicieron tareas y merendaron. Posteriormente cada domingo la asistencia se fue multiplicando.

María comenta que, cada vez que los chicos llegan a su casa le preguntan ¿Ya vamos a tomar leche? y eso fue suficiente para darse cuenta de que en su barrio existe mucha necesidad y que la mayoría de esos niños solo comen una vez al día. Es entonces cuando se le ocurre para que asistan a su casa los domingos en la mañana para proveerles del desayuno y el almuerzo. De esta manera comenzó a invitarlos y fue de gran alegría para ellos.

Después de año y medio, hay domingos que la casa de María alberga hasta 40 niños en edades comprendidas entre los 6 y 12 años. "A mi me gustaría que pudieran asistir más chicos, pero por falta de espacio físico para reunir más chiquitos dejé de invitar, también el aspecto económico limita la capacidad para atender a un número mayor de niños, pero cuando se quieren realizar las cosas de alguna manera nos arreglamos". Afirmó María.


María tiene dos mellizos de 6 años y a Melina, de 18, que la ayuda los domingos en la cocina

En este orden de ideas, a pesar de que las reuniones se realizan una vez a la semana, el espacio está optimizado al máximo y dispuesto para comodidad de los niños que asisten a la escuelita. Y con su ajustado presupuesto se las ingenia para realizar las compras en mayorista, buscando ofertas por aquí y por allá o con la ayuda de algunas donaciones de ropa o de útiles. De igual forma con los ingresos que genera un kiosquito que está ubicado en la puerta de su casa, le permite solventar los gastos para cubrir estas actividades cada semana. Aseguró "Que todo cuanto consigue es para los niños"

Todo esto al margen de las cuentas domésticas que María tiene que asumir, como el pago del internet que lo realiza cada dos meses, ya que no puede realizarlo mensualmente y es necesario mantener el servicio para poder proyectarle alguna película a los chicos. También se requiere la cancelación del servicio de electricidad y el gas, todo esto es preciso para cumplir con la actividad que se realiza en la cocina.

Melina la hija mayor de Maria, tiene 18 años, y es de gran apoyo en la cocina, ella prepara la chocolatada, el té y el jugo. Mientras los niños desayunan, ella prepara la salsa para la pizza que se servirá en el almuerzo. Indica María, mientras conversa con Infobae.
Luego del desayuno los niños ven una película y después realizan una actividad con Perla, mientras María aprovecha para cocinar y el timbre de la casa sigue sonando, señal de que es eminente la llegada de más chiquillos que al ver a María la abrazan y le dan un beso.


La casa de Adrián y María, en el Barrio Federal de Monte Grande

Por su parte Perla revela que siempre le gustó la docencia, pero no pudo estudiar debido a la falta de recursos económicos, por esto asegura: -"La casa de María es una oportunidad para dar rienda suelta a mí vocación docente"-. Luego de culminar las actividades dominicales Perla se va a cumplir con su trabajo en la panadería y asegura que estas actividades le han traído alegría, ve la vida desde otra perspectiva y siente una energía diferente. Su sueño es poder estudiar.

Explica Perla que, las actividades que se desarrollan cada domingo son variadas y con temas que se adaptan a la realidad que todos viven, si es primavera se diseñan flores de papel, en otras oportunidades se tratan temas que acontecen durante la semana, como el bullying, la adolescencia, redes sociales, sobre lo importante que es tener buena conducta y no ser agresivo en la escuela.

En ocasiones Adrián, María y Perla detectan cuando algún niño es víctima de violencia o están pasando necesidad, ya que los chicos confían plenamente en ellos y le cuentan sus problemas, es preocupante porque esta es una zona donde existe mucha droga y la mayoría de los niños no asisten al colegio.


Además de desayunar y almorzar, los chicos hacen tareas y actividades

En fechas especiales, como el Día del Niño, organizaron llevar a los niños al cine pero no se logró por lo costoso, pero de seguro buscarán la manera de lograr este objetivo. Asimismo, para verano tienen previsto ir a una plaza y con el apoyo de un profesor de educación física llevar a cabo un picnic con actividades recreativas.
"Es muy difícil para ellos, porque si no están en casa de María se van a jugar a la calle y en este barrio hay mucha inseguridad" -dice ella-.

"Los chicos acá juegan, cantan, charlan, se sueltan. Todos tuvimos infancia y queríamos divertirnos inocentemente, pero a veces vemos que los chicos o las chicas de acá tienen que llevar una vida de adulto, cuando todavía podrían jugar un ratito más". Agrega Adrián.

María confiesa entre risas, que al principio tuvo muchas peleas con su esposo, pero él ya entendió que esta labor que realiza le satisface plenamente. Cada mensaje escrito por los niños. En ocasiones, relata que tienen cosas particulares que hacer los domingos o descansar y no tienen el valor de suspender las actividades. Tratan en lo posible de estar siempre activos con los niños, ya que los niños no faltan por ningún motivo, es por esto que tenemos que estar preparados para ellos.


"María te quiero", una de las cartitas que le traen los chicos de la escuelita

Adrián señala que en ocasiones los niños le revelan que no han comido y esto lo impacta de una manera, que solo piensa en la forma de que los chicos siempre tengan cariño, que cambien su mentalidad, que alguien esté pendiente de ellos y que puedan aprender.

Mientras María los observa como trabajan concentrados, conversan y se ríen entre ellos, muchos vecinos se preguntan ¿Cómo puede ser que se vean tan tranquilos y en el colegio son un desastre? La promotora de este proyecto sonríe y asegura que todo eso es producto del amor.

Perla, Adrián y Melina ayudan a María a cuidar, enseñar y alimentar a los chicos

Son muchas las experiencias gratas que estas actividades proporcionan a sus participantes, por ejemplo, a la cortina de adelante le faltan partes, porque cuando los niños llegan se mecen en ella, hay otras cosas que se deterioran y por falta de recursos no se pueden reparar. También hay la posibilidad de que muchos vecinos y amigos quieren sumarse al trabajo que se está realizando, pero por falta de espacio no ha sido posible; pero esto no será un obstáculo para que cada domingo la escuelita de María siga con sus actividades.

A pesar del esfuerzo, del cansancio y que su pequeña casa se revoluciona cada domingo, el sueño a largo plazo es tener un espacio acondicionado para continuar creciendo, brindar más comodidad y una mejor atención para los niños.

Finalmente, María señaló que "Es hermoso compartir y que los chicos sientan el amor que no tienen en otro lugar-, estoy segura de que el día de mañana ellos harán esto por otros niños, porque esta experiencia que estamos brindando perdurará en su recuerdo, y siempre tendrán presente que alguien les dio amor y los ayudó".

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